Recuerdos de otros mares

Hoy he ido a la playa. Tras varios meses aquí, mis últimas ocupaciones no me habían permitido acercarme a este mar tan distinto.
 
Me gusta pasear descalzo por la arena, dejar que sus múltiples granos acaricien las plantas de mis pies, y después mojarlos, permitiendo que las corrientes los recorran de arriba hacia abajo rítmicamente, como una melodía sin partitura.
 
Reconozco cierto temor a adentrarme en este mar; siento que no lo conozco demasiado bien. Es como un conocido que pretende ser mi amigo, y yo el suyo, pero todavía no hay la suficiente confianza para las confidencias. Dejo que sus aguas lleguen hasta mi cintura y me pregunto: ¿Serás tú capaz de traicionarme?
 
Y no puedo evitar recordar aquel otro mar que conocí de niño, al que contaba mis secretos, en quien confiaba mis amores, y con quien celebraba mis alegrías. A él sabía cuando podía acudir y cuando era mejor permanecer alejado de él. Sólo con ver los distintos tonos de sus aguas distinguía si tenía ganas de jugar con sus múltiples remolinos, o si tenía un arranque de amor posesivo los días de resaca, cuando el cálido poniente quería alejarlo de la costa.
 
Tal vez pueda ser alguna vez amigo de este nuevo mar, pero cuánto echo de menos a mi antiguo amigo.
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2 respuestas a Recuerdos de otros mares

  1. Conchi dijo:

    Por la añoranza, no podemos dejar de abrir la puerta a nuevos confidentes,  amigos o experiencias. La añoranza, es buena, preserva los buenos recuerdos del olvido, pero no debe impedir que avancemos.Seguro que este nuevo mar será igual de buen amigo que el antiguo. Un beso, meu rei.

  2. Ramón dijo:

    No sé, Conchi, pero lo averiguaré.
     
    Besos

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